Por Gabriel Merino, CEFIPES
(Dr. en Ciencias Sociales, Lic. en Sociología, docente e
investigador Universidad Nacional de La Plata )
La guerra
civil en Ucrania es el desenlace que cristaliza este tercer momento de la
crisis (desde su estallido en el 2008) o el quinto momento en la perspectiva
general que iniciamos en 1999:
A) 1999 (Euro, asunción de Putin, asunción de Chávez, etc.)
a septiembre-2001: el germen de la crisis del orden mundial;
B) septiembre-2001 (Torres Gemelas) a septiembre-2008:
iniciativa neoconservadora,
C) septiembre-2008
(quiebra del Lehman Brothers) a noviembre-2009: fractura e interna “Imperial”,
D) noviembre-2009
(sanción del Tratado de Lisboa) a marzo-2011: crisis Europea,
E) marzo-2011 (guerra
civil en Siria) a marzo-2014 (guerra civil en Ucrania): agudización de las
contradicciones con los Bloques y Polos Emergentes.
Para
entender qué está en juego en Ucrania, recurrimos al pensamiento de Brzezinski,
geoestratega del bloque global angloamericano. En 1997 escribió en su libro El
gran tablero mundial que sin Ucrania Rusia dejaría de ser un imperio (un polo
de poder), mientras que con Ucrania subordinada, Rusia se convertía en una gran
potencia mundial. Ucrania es el principal país para construir el proyecto de la Gran Nación Rusa (de
hecho Kiev es la ciudad Madre de la nación Rusa), por varias razones:
1- Su considerable
población de 45 millones de habitantes.
2- Su extensión
territorial y su ubicación estratégica en la bisagra de Eurasia,
3- La fertilidad de
sus tierras, que la convierten en una de las praderas más fértiles del mundo
(qué Hitler pensó como su granja de aprovisionamiento de alimentos, así como
Inglaterra tenía a la
Argentina ).
4- El desarrollo de
la industria pesada en el este, particularmente en el en centro neurálgico de
la guerra civil, Donetsk y Lugansk, herencia de la caída Unión Soviética, a lo
que debe agregarse el gran desarrollo de la industria naval en la ciudad de
Sebastopol ubicada en la península de Crimea, donde se encuentra el mayor
Astillero de la ex URSS, en el cual se creó en gran medida el impresionante
poderío soviético naval durante la Guerra Fría. El segundo astillero de la ex URSS
(y del mundo cuando la guerra fría) también está en Ucrania y es el de
Chernomorsky, al oeste de Crimea y al este de Odessa.[1] Allí se encuentran
medios de producción estratégicos de Estado, años de experiencia, ingeniería,
conocimientos, formación de trabajadores que están en juego en esta puja.
5- Además, en la
base de Crimea se encuentra la
Flota de la base del Mar Negro de Rusia, la principal flota
de aguas cálidas. Recordemos que en Siria, otro de los núcleos de conflicto
actual en este nuevo momento de la crisis, Rusia tiene la principal base naval
sobre el Mediterráneo.
A partir de dichos datos podemos entender por qué esta
península concedida administrativamente a Ucrania por la URSS cuando eran parte del
mismo bloque soviético, rápidamente pasó a formar parte de Rusia apenas
disparado el conflicto y consolidado el golpe pro-Unión Europea (UE) que tumbó
el gobierno de Víktor Yanukóvich, cuando este rechazó en diciembre el acuerdo
con la UE y
reforzó su alianza con la Rusia
nacionalista de Putin. El golpe pro-ruso en Crimea se legitimó a partir del
referéndum del 16 de marzo de 2014 que sancionó su separación de Ucrania.
La puja es si Ucrania forma parte del proyecto de la Gran Rusia y de la
ampliación del Estado continental ruso, o forma parte de la Unión Europea (UE).
Sin embargo, dentro de la UE
se enfrentan dos proyectos políticos estratégicos, que se manifiestan como
diferencias en relación al conflicto con Rusia: El proyecto germano-francés
centrado en el Euro y el Estado Continental europeo vs. el proyecto anglosajón
de la UE sin euro
y como área de libre comercio subordinada al globalismo financiero
angloamericano. Berlín avanza hacia el Este y allí choca con el proyecto de la Gran Rusia , debilitando
sus alianzas con Moscú tanto económicas como del plano estratégico. Sin
embargo, mientras el eje franco-germano intenta encontrar una salida
“dialogada”, y en un principio apoyó un posible acuerdo entre los pro-rusos y
los pro-europeos, así como también rechazó las sanciones económicas contra
Moscú (aunque con la escalada del enfrentamiento las fue aprobando), el bloque
global angloamericano que conduce la
OTAN abogó, junto a los más belicosos neoconservadores
americanos, por escalar el enfrentamiento, apoyar a los “pro-europeos”,
profundizar las sanciones y aislar a Rusia, que junto con China son sus
enemigos estratégicos. Lo complejo es que Berlín también sabe, por la
experiencia de la crisis europea y las operaciones anglosajonas que se dan
desde la reunificación alemana, que sin un mundo multipolar, con China y Rusia
de contrapeso, queda subordinado al bloque global angloamericano y debe
olvidarse de su proyecto continental europeo. En este sentido, el ex canciller
alemán Gerhard Schroeder, afirmó que: "El error fundamental fue cometido
por la Unión Europea
(UE), que puso a Ucrania entre la espada y la pared para que firmara ese
tratado de asociación" (La
Nación , 15 de mayo de 2014). Schroeder es, a su vez, miembro
del directorio de un gasoducto construido por Gazprom, el gigante ruso de la
energía, representando los intereses alemanes.
Esta realidad exaspera a los angloamericanos. El
Departamento de Estado norteamericano criticó públicamente la venta por parte
de Francia de dos navíos militares tipo Mistral a Rusia, por 1200 millones de
euros, fundamental para la industria naval francesa. También la petrolera
francesa Total presiona a su Gobierno
por los intereses estratégicos que se verían afectados en caso de
enfrentarse a Rusia. Según la usina neoconservadora The Wall Street Journal (15
de mayo de 2014), el gran avance de la petrolera francesa se produjo en 2011,
cuando el grupo, de acuerdo con Timchenko, invirtió US$4.000 millones para
comprar una participación del 12,8% en Novatek, el mayor productor
independiente de gas y petróleo de Rusia. La participación ha aumentado desde
entonces al 17% y debería alcanzar el 19,6% para finales de 2014.
El nuevo líder de Ucrania, Petro Poroshenko, es un
empresario del chocolate, uno de los más ricos de su país, y formó parte de las
administraciones de Viktor Yanukovic (el ex presidente que cayó en desgracia) y
de Viktor Yushchenko, su predecesor. Poroshenko, expresión de una burguesía
local ucraniana de la industria liviana, intentó mantenerse a mitad de camino
entre las dos líneas occidentales y Rusia, con tendencia hacia una alianza con
el Bloque Global angloamericano. La creciente necesidad de sus aliados a
escalar el conflicto con Rusia y obstaculizar el proyecto de la Gran Rusia , lo lleva a
posiciones que profundizan la guerra civil en Ucrania.
En medio de dicho enfrentamiento, Rusia junto a Kazaskhstán
y Bielorusia anunciaron la formación de la Unión Económica
Euroasiática (UEEA), profundizando el bloque Gran-ruso. Con Rusia como socio
principal, el bloque posee una quinta parte de los recursos mundiales de gas y
el 15% del petróleo. Bielorusia posee casi 10 millones de habitantes y un PBI
de 65.000 millones de dólares, mientras que Kazakhstán tiene 17 millones de
habitantes y un PBI de 202.000 millones de dólares. La UEEA tiene una superficie de
20.034.839 de kilómetros cuadrados, 173,2 millones de habitantes (incluida
Crimea) y un Producto Bruto Interno de 2,084 billones de dólares (Rusia, 2,1
billones; Kazajistán, 220 mil millones; Bielorrusia, 72 mil millones) que
equivale a un PBI por habitante de 12.031 dólares por año. Los tres países
comparten actualmente una unión aduanera y producen el 85% del PBI del espacio
postsoviético (Tiempo Argentino, 30 de junio de 2014).
Con el derribo del avión MH17 en plena zona de conflicto el
bloque Global angloamericano legitimó el aumento de las sanciones y una posible
mayor intervención. También busca arrastrar a la UE y específicamente al bloque germano-francés a
endurecer su posición y romper lazos con Rusia. Según el tradicionalmente
belicoso Wolfang Münchau, periodista del Financial Times y defensor acérrimo
del orden Capitalista Financiero Globlal, Europa “Debería imponer sanciones
financieras totales. El euro y la libra esterlina son divisas importantes de
financiamiento para compañías rusas. La
City of London es un mercado financiero a través del cual los
rusos ricos lavan su dinero. Eso debería ser detenido inmediatamente.”[2] Qué
un representante de la City
de Londres, en el diario que la expresa más acabadamente, realice semejante
confesión, da cuenta de los intereses estratégicos en juego en el largo plazo
que deben imponerse sobre los intereses inmediatos.
Un dato a
tener en cuenta que es central en el conflicto es la dependencia del gas y el
del petróleo ruso por parte de Europa, así como Rusia de Europa para sus exportaciones,
las dos caras de la moneda. La conformación de la UEEA refuerza el poderío
pan-ruso en las negociaciones ya que centraliza las decisiones. El 70% por
ciento del petróleo que exporta Rusia al mundo va a parar a Europa, que produce
un 3,1% del gas que se extrae en el mundo y consume seis veces más, alcanzando
el 18,1%. Bulgaria, Estonia. Finlandia, Letonia, Lituania y Suecia tienen una
dependencia total del gas enviado por Rusia. República Checa depende en más de
un 80% del gas ruso, Alemania un 35% y hasta Países Bajos se abastece en un
5,8%. Sólo Chipre, Dinamarca, Irlanda, Malta, Portugal, España y Reino Unido no
dependen de la entrada de gas ruso. La aceleración de la extracción del shale
gas en Estados Unidos y la posibilidad de convertirse en un país exportador
guarda relación no sólo con su necesidad interna sino también del interés
estratégico angloamericano de desplazar la dependencia del gas ruso en Europa.
El reciente levantamiento de las restricciones a la exportación de
hidrocarburos crudos por parte de Obama tiene que ver con ello.
En este escenario, que parece abrir un sexto momento de la
crisis de acuerdo a la periodización realizada, Rusia también profundiza los
acuerdos con China. A los acuerdos de China con la petrolera estatal rusa
Rosneft por la impresionante cifra de 270.000 millones de dólares, debe
agregarse el plan para invertir 70.000 millones de dólares para desarrollar
yacimientos gasíferos en el este de Rusia, en la región de Siberia, y también
construir un nuevo gasoducto. A su vez, se planea aumentar el intercambio
comercial entre ambos países (de 90.000 millones de dólares en 2013), para
llegar a 200.000 millones en 2020. Por otro lado, Rusia y China decidieron
crear una calificadora de riesgo en conjunto, instrumento central de la “guerra
financiera”.
Miremos qué significan dichas decisiones para el pensamiento
estratégico angloamericano:
“No hace tanto tiempo los políticos de Occidente asumieron
que China y Rusia eventualmente decidirían que querrían ser como "nosotros".
China se desarrollaría como un actor responsable en el orden internacional
existente y Rusia, aunque con errores, vería su futuro en la integración con
Europa. Xi y Putin tomaron otra decisión. El mundo está despertando de los
sueños postmodernos de la gobernanza mundial a otra época de gran competencia
por el poder.” [3]
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