miércoles, 12 de febrero de 2014

Un repaso por los países del BRICS

Cuando se analiza a los países que forman parte del grupo de los BRICS, se suele enfocar la discusión en las características que los consolidan como protagonistas de este nuevo escenario de multipolaridad frente  a la crisis de las potencias centrales. Extensión territorial, densidad poblacional o niveles de crecimiento macro económicos, ya sea en el PBI o el comercio internacional.

La multipolaridad amplia el escenario de discusión mundial. De esta manera, Rusia y China pueden impedir las intentonas militares de la Casa Blanca en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y lograr un histórico dialogo con la República Islámica de Irán sobre el Programa Nuclear a través del Ginebra 2, donde también se discute la situación en Siria.

En este contexto emergen los países del BRICS, integrado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Estas economías regionales concentran grandes dimensiones territoriales e congregan una porción enorme de habitantes, siendo el 40 por ciento de la población total del planeta y, según distintos indicadores internacionales, para antes de 2050 su producción sea el equivalente al 50% del producto bruto del mundo.
Además, los países del BRIC, especialmente Rusia y China, construyeron importantes lazos con el eje sur-sur del mundo a través de la alianza geo-estratégica con los países del eje de la resistencia en Medio Oriente, especialmente con Irán y Siria, y las relaciones comerciales (Hidrocarburos, transporte y alimentos) y militares, mediante el acuerdo entre Venezuela y Rusia en 2010, en las narices del pentágono. Este vínculo estrecho con los países del BRICS pone nervioso a Estados Unidos en la disputa por mantener la hegemonía mundial.

La multipolaridad es un hecho positivo de este tiempo histórico. Por un lado, en términos económicos, pone sobre la agenda mundial un nuevo esquema de acumulación de capital, y por el otro, desde lo político instala discusiones que antes eran filtradas por los centros de poder, tales como, el espionaje.

De todas formas, vale la pena mencionar, que los BRICS tienen que poder trasladar ese rol estratégico en el nuevo orden económico mundial, hacia adentro de sus naciones. Los altos niveles de crecimientos de estos países no son compatibles con la enorme porción de pobres y excluidos que aún son víctimas de un sistema económico injusto.

Brasil, el más conocido de los países del BRICS para nosotros los sudamericanos, desde la asunción de Luis Ignacio Lula Da Silva en el año 2002, experimentó un ascenso en índices de inclusión de los sectores populares a servicios esenciales. Paralelamente, se fue consolidando como potencia económica regional, teniendo  a la burguesía palista como la octava potencia económica mundial. Esta política llevo a Lula a la re-elección en el 2006 y a la victoria de Dilma Rousseff, ex Jefa de Gabinete de Lula, a la presidencia en 2010. El PT había logrado la confluencia entre, políticas sociales para los más postergados y políticas económicas, algunas de ellas rozando la ortodoxia, para lograr la intervención en el comercio mundial logrando asi, la supremacía dentro del bloque sudamericano. Mientras la burguesía de San Pablo, arreglaba condiciones económicas con las potencias centrales, Lula construía lazos con los países petroleros del Norte de África y llevaba a cabo la política sur-sur junto con Hugo Chávez en Venezuela y Néstor y Cristina Kirchner en Argentina.

Transitando el final del mandato de Dilma, y con la Copa del Mundo en el horizonte, los problemas internos comenzaron a salir a la luz. Desde mediados del año pasado, Brasil vive una conflictividad social que desde hace mucho tiempo no se vivía. Al punto de que todas las Centrales Sindicales coincidieron en un paro para pedir una serie de reformas al gobierno. Concretamente lo que emergen son mayores demandas. Luego de años de ascenso social, los reclamos por un mejor funcionamiento de lo público son parte de un agenda social en Brasil que merecen la atención plena del PT.  Salud, Transporte público, educación, inseguridad y mejores condiciones de trabajo reflejan que las manifestaciones debieran ser un llamado de atención para un gobierno que supo interpretar las demandas sociales de su Pueblo y que, frente a las próximas elecciones, es necesario poder abordar las nuevas. Dinámica lógica de un proceso que lleva doce años en el poder.

Rusia, es un jugador clave en el nuevo mapa mundial. Se puede decir que es el que más tensiones tiene con Estados Unidos. Por un lado, la relación del país gobernado por Putin con Siria y el eje de la resistencia, y el rol en el conflicto en Ucrania, genera que las relaciones con Estados Unidos caminen al borde del abismo. En ambos casos mencionados, Estados Unidos pretende intervenir militarmente (con aliados de la zona) para condicionar el sistema de relaciones ruso y obstaculizar los acuerdos comerciales que mantiene con esos países a través de la comercialización de gas. En el caso de Europa del Este, Ucrania es el primer importador de gas ruso y en Siria, existe un gasoducto con sede Homs que conecta a medio oriente con el mundo occidental en el cual, Rusia, es el accionista más interesado. No obstante, este interesante posicionamiento internacional, puede chocar con las políticas restrictivas a las libertades individuales (con los homosexuales, por ejemplo) y el desafío de resolver el problema de la pauperización laboral donde millones de trabajadores se encuentran en condiciones de precarización.

Por otro lado, se encuentra China, uno de los países más poderosos del mundo. El gigante asiático disputa la hegemonía mundial sin confrontación directa con Estados Unidos. Se trata de posicionamientos comerciales, en donde China logra avanzar sin siquiera poner en riesgo relación diplomática alguna. El avance de China se expresa en el terreno ganado en la comercialización con el sudeste asiático, África y América Latina. Hoy, es el primer consumidor de alimentos, principal recurso de nuestra región, y el segundo comprados de petróleo, después de Estados Unidos. También, tienen participación china los acuerdos comerciales destinados a las obras, trenes y acuerdos militares. China y Rusia vienen creciendo en su estructura militar, situación que incomoda a la Casa Blanca. Según cifras del FMI, en el 2015, China ocupará el primer lugar en el podio mundial, desplazando a Estados Unidos. Asimismo, los conflictos internos deberán ser atendidos por el gobierno chino. La enorme densidad poblacional, genera, como en Rusia e India, niveles de pauperización laboral enorme. La apertura económica genera incertidumbre respecto a la situación habitacional, dado que los chinos ya no son dueños de los terrenos sino que el Estado ahora permita inversión extranjera directa, tanto en la tierra como en los servicios.

Por último, aparece Sudáfrica, el más reciente de los países del BRICS. El país africano ingresó en el 2011 debido al paulatino crecimiento de su economía basada en la minería, la industria y una bolsa de valores que se sitúa entre las primeras del mundo (la  primera de África). La economía sudafricana acapara el 25% del PIB africano. Sin embargo el crecimiento no ha sido suficiente para acabar con la alta tasa de desempleo. Arrastra problemas históricos. Es un país donde la riqueza la concentra la minoría blanca y las mayorías populares negras viven en condiciones de pobreza con trabajos que rozan la explotación. EL conflicto más reciente es el de los trabajadores mineros que pusieron en jaque al mismo gobierno.


Queda demostrado que para crecer y posicionarse mundialmente, también es necesario el camino al pleno empleo y la justicia social. Por eso, la importancia estratégica del nuevo orden, no solo puede medirse en variables macro económicas sino que debe interpretar las demandas de sus pueblos y la de los bloques regionales  para instalar en la discusión la agenda social de cada proceso interno. Aquella, que busca terminar con las injusticias. En esta línea, se encuadra la relación con el bloque sudamericano, desde la posibilidad que nace para los Pueblos del sur a partir de la crisis de los centros de poder. Históricamente siempre que existieron estas crisis se convirtieron en oportunidades para que los pueblos oprimidos del mundo logren ganar mayores grados de autonomía. El crecimiento económico para una justa distribución de la riqueza para que la multipolaridad no solo sea una mera cuestión comercial.

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