En los últimos meses ha tomado un
fuerte protagonismo el Estado Islámico de Irak, un grupo yihadista vinculado a
la rama suní del Islam que, con el apoyo de Arabia Saudita y las monarquías
petroleras aliadas, a tomado el norte de Irak y una parte importante de Siria
con la idea de constituir lo que se conoce como
“Califato Islámico”, una forma de organización territorial que desconoce
las reglas del sistema político imperante.
Los medios occidentales suelen
presentar todas las noticias vinculadas al Islam de manera lineal. Rápidamente
se califica de “terrorista” a cualquier grupo que profese su fe en el corán sin
profundizar el análisis de la situación regional.
Sin meternos en discusiones
religiosas, es necesario señalar por lo menos dos fracciones con proyectos
políticos distintos. Por un lado, los Chiítas representados fuertemente en Irán,
Hezbolah en el sur del Líbano e Irak al sur. Por su parte, Hamas en Gaza, a
pesar de ser suní, es aliado de de este grupo, dejando claro que el problema no
es religioso sino político. Este sector ha logrado configurar una política de
unidad denominada “Eje de la resistencia”, motorizada por la República Islámica
de Irán mas pensado en consolidar la unidad en el mundo árabe-islámico y
fortalecer los lazos con Rusia, hoy principal enemigo de Estados Unidos. Por
otra parte, la rama suní es expresada por las monarquías petroleras lideradas
por el reinado de los hermanos Al Saúd en Arabia Saudita, Qatar, Kuwait y los
Emiratos Árabes Unidos. Todos estos países del Golfo Pérsico son aliados de
Estados Unidos y la Unión Europea
y tienen particular interés en generar escenarios de destabilización que les
permita quedarse con las riquezas petroleras de los países de la rama chií y
Siria, único país gobernado por el Nacionalismo árabe, hoy en alianza con los
países del “eje de la resistencia”..
Teniendo esto claro, es necesario
preguntarse, ¿Qué intereses representa el Estado Islámico de Irak y quien
garantiza el financiamiento del mismo?
Estados Unidos y los países del
Golfo Pérsico pretende fracturar cualquier posibilidad de unidad regional para
abastecerse de los recursos en el caos y compartirlos con sus aliados de
occidente. Por eso, es clara la relación entre el Pentágono financiando, la OTAN garantizando logística
militar y Arabia Saudita monitoreando y operativizando en el territorio.
El Estado Islámico nace en 2003
como reacción a la invasión de Estados Unidos a Irak. En el 2004, su líder
Al-Zarawi le jura lealtad a Bin Laden y Al Qaeda, aunque mas tarde se separan
por algunas diferencias metodológicas.
En 2005, el EII le declara la guerra a la comunidad chií en Irak
representada en el gobierno de Irak, especialmente por su Primer Ministro, Al-Maliki.
Luego del asesinato de Al Zarawi, el nuevo líder, Omar Al Baghdadi, anuncia un
ultimátum a Irán para que deje de apoyar al gobierno de Irak. Entre octubre y
diciembre del 2009, se realizan los primeros atentados en Bagdad, matando a
casi 300 personas e hiriendo a casi mil. En el 2011 fueron parte de la
denominada “primavera árabe”, especialmente en connivencia con la OTAN en el asesinato a Kadafi
en Libia y en la guerra civil en Siria. Luego del asesinato de Bin Laden,
comenzaron a resurgir como fuerza en Irak y Siria.
Algunas preguntas para demostrar
que la política islámica no es lineal. Si el Estado Islámico luchara por un
Estado mas justo para el mundo árabe-islámico, ¿Por qué no se ha pronunciado
sobre el genocidio israelí en Gaza? ¿A quién beneficia un conflicto de estas
características en plena política de unidad regional en Medio Oriente? Todas
las respuestas conducen al mismo lugar.
El interés económico es imposible
de ocultar. Hasta ahora, el EII se apoderó de 500 millones de dólares,
transformándose el grupo terrorista más poderoso del mundo. Si la yihad sigue
avanzando territorialmente, podría llegar al alcanzar los 3 millones diarios y
los 100 millones de dólares mensuales.
Con esta capacidad de recursos, el Estado Islámico se proveyó de armas
de primera calidad y reclutó a mas de 60 mil combatientes a quienes se les
ofrecen entre 600 y 3000 dólares mensuales. Cualquier similitud con la
metodología de reclutamiento del Ejército norteamericano en los barrios bajos
de Estados Unidos no es pura coincidencia.
Por último, un párrafo sobre el
futuro político de Irak. Estados Unidos y sus aliados regionales se encontraron
con una piedra en el zapato cuando los iraquíes votaban al Primer Ministro
Al-Maliki, mientras los tanques invadían Irak y asesinaban a Sadam Hussein. Al
Maliki resultó ser una molestia debido a su política de acercamiento a Irán.
Por eso, Estados Unidos puso como
condición para intervenir “por la paz y el orden” en Irak, la dimisión del
Primer Ministro. Ahora, el futuro de Irak es incierto y depende del avance de la Yihad que ya controla el
centro del país, donde radica la mayor cantidad de población sunita. Entonces,
un futuro posible puede será la separación del Estado en tres partes. El
centro, controlado por el Estado Islámico, Estados Unidos, la OTAN y las monarquías
petroleras del Golfo Pérsico, el sur que quedaría en manos de los Kurdos y el
norte, por la mayoría chií.
El avance de este sector del
Islam es una preocupación para aquellos que quieren consolidad una política
independiente de los centros de poder. Tal como sucedió en la primavera árabe,
los que financian al EII son los mismos que garantizan que los recursos
soberanos de los pueblos queden en manos de los invasores de siempre.
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